Gran Inauguración de la Estela de Luz
Metanews: El discurso del Presidente Felipe Calderon Hinojosa: Muy buenas noches. Muy distinguidos invitados. Muy estimados Secretarios. Señor Secretario de Gobierno del Distrito Federal. Señor Jefe de la Delegación en Miguel Hidalgo. Muy apreciables colaboradores del Gobierno Federal. Muy estimadas y muy estimados invitados. Muy apreciables Embajadores del Cuerpo Diplomático acreditado en México. Muy estimados jóvenes. Muy estimadas niñas, muy estimados niños que hoy nos acompañan. Mexicanas y mexicanos: Hoy, inauguramos el monumento emblemático del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución. Felicito, sinceramente, a todas las mexicanas y a todos los mexicanos por esta gran obra conmemorativa. La Estela de Luz es un sentido homenaje de los mexicanos de hoy a los héroes que, en los últimos dos siglos, han forjado esta gran Nación; a quienes nos dieron Patria y libertad: a Morelos, a Hidalgo, a Allende, a Guerrero, a toda una generación de Insurgentes, que se lanzó con valentía para romper las cadenas de la servidumbre y de la esclavitud. Es una forma, también, de agradecer y de sentirnos orgullosos de quienes defendieron a la República con patriotismo durante las intervenciones extranjeras del Siglo XIX, y a toda una generación de revolucionarios que lucharon por la democracia y por los derechos sociales de los mexicanos: Madero, Carranza, Zapata, Villa y muchos más. Hoy, se enciende la Estela de Luz, que habrá de convertirse en un símbolo de la historia nacional, y también, estoy seguro, en un hito de la Ciudad de México. A su vez, este monumento nos da una razón más para sentirnos orgullosos de ser mexicanos, porque representa, como ustedes lo verán, la enorme capacidad artística y técnica de los arquitectos y de los ingenieros de nuestro país. Las dos estructuras que conforman la Estela de Luz, representan los dos siglos de nuestra historia como Nación independiente. Esta obra es emblema, a la vez, de la fuerza y la convicción con la que los mexicanos estamos labrándonos un mejor futuro. Simboliza la grandeza de México y la luz, especialmente la luz, que siempre debe irradiar sobre ésta, nuestra gran Nación. La Estela de Luz contiene, en su base, un espacio que habrá de convertirse en centro de actividades culturales y de esparcimiento para todos los mexicanos, principalmente enfocados, estos espacios, a los niños y a los jóvenes, tal y como he instruido a la Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Como parte de los festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, el 26 de enero de 2009, bajo un esquema de colaboración intergubernamental, el Gobierno Federal y el Gobierno del Distrito Federal, conjuntamente, convocamos a las y a los mejores arquitectos nacionales a un concurso, cuyo objetivo sería la construcción de un monumento conmemorativo. Se constituyó un jurado con un grupo interdisciplinario de artistas, arquitectos e historiadores, así como de destacadas autoridades, tanto del Gobierno de la Ciudad, como del Gobierno Federal. Los integrantes del jurado fueron: José Luis Cortés Delgado, Director del Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Iberoamericana, quien fungió como presidente del jurado, designado por los demás integrantes del mismo. Jaime Nenclarez García, Presidente de Instituto de Arquitectura y Urbanismo; Pablo Julio Valentino Bruna, profesionista de nacionalidad brasileña y jurado internacional en materia de arquitectura; Alfonso de Maria y Campos, Director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia; Sara Topelson Fridman, destacada arquitecta, urbanista y Subsecretaria de Desarrollo Urbano y Ordenación Territorial del Gobierno Federal; Antonio Dovalí Ramos, Subsecretario de Obras del Gobierno del Distrito Federal; Felipe Leal Fernández, autoridad del Espacio Público de la Ciudad y Alejandra Moreno Toscano, autoridad del Centro Histórico de la Ciudad de México. Las y los arquitectos invitados al concurso, enviaron de manera anónima, un anteproyecto para la construcción del Monumento conmemorativo. El jurado tuvo la más completa libertad para deliberar y entre 37 anteproyectos, en abril de 2009, determinó por unanimidad, que la Estela de Luz era el proyecto ganador, un proyecto diseñado, además por arquitectos mexicanos, muchos de ellos, maestros en la Universidad Nacional. Como lo advertía la convocatoria y las bases del concurso, el fallo fue inapelable. El jurado determinó en el acta las razones por las cuales se decidió por este monumento. Y me parece muy importante recordarlas esta noche. Dice el fallo respectivo: Es un arco muy estilizado por su delgadez, que lo convierte en una propuesta sencilla y elegante, digna del México moderno, que permite convertirse en un elemento emblemático de la conmemoración de la Independencia. A pesar de su esbeltez, sigue la cita, cierra el tramo histórico del Paseo de la Reforma sin agredir a los monumentos existentes, ni competir con el edificio existente, así como los que están en proceso de construcción en el mismo punto. Como solución es simple, eficiente y sin dificultades técnicas. Y, sin embargo, se presenta, por sus características y proporciones, como un alarde de diseño y de la ingeniería mexicana. Como torre de luz, revestida de placas de cuarzo traslúcidas, es innovador. La estructura es simple. Se asienta de manera tranquila y respetuosa de la Puerta de los Leones, de acceso al Bosque de Chapultepec y la Secretaría de Salud. Su forma, proporciones y el uso del cuarzo como materia de revestimiento, permite una referencia al México antiguo, como una estela característica de nuestras culturas, material utilizado ampliamente en el mundo prehispánico. Hasta aquí la cita. El proyecto ganador, fue presentado con los planos y los cálculos respectivos. Sin embargo, a la hora de ponerlo en ejecución, se evidenciaron algunas inconsistencias que ponían en riesgo la viabilidad del proyecto. Se decidió, entonces, que se harían todos los estudios que fueran necesarios para que la Estela fuese construida con todo el rigor técnico que una construcción de tal magnitud e importancia ameritaba. Y gracias a esa decisión responsable, la estructura monumental está dotada de la tecnología más avanzada y de la ingeniería clave en materia de seguridad y viabilidad de largo plazo. Como consecuencia de los estudios técnicos, por ejemplo, la profundidad de las pilas de cimentación de la Estela de Luz pasó de 30 metros, que estaba programada, a 50 metros, donde se encontró suelo firme; una profundidad mayor a la que tienen los cimientos de la Torre Latinoamericana y la misma profundidad de la Torre de Petróleos Mexicanos o de la Torre Mayor, frente a nosotros. La profundidad de los muros perimetrales del predio en el que se encuentra el monumento, pasó, también, de 14 metros a más de 38 metros. Se diseñó, por otra parte, un innovador sistema de sugestión de los paneles de cuarzo, así como un mecanismo, también innovador, por medio del cual se iluminarían. Como consecuencia de todos estos ajustes, el peso de la estructura pasó de 800 a mil 700 toneladas, y hubo, también, un necesario ajuste en el costo y en el tiempo de construcción. Todo esto representó un enorme reto de ingeniería. Pero gracias a estas oportunas y sustanciales modificaciones, la estructura de la Estela de Luz es capaz de soportar circunstancias de viento o eventos sísmicos conforme a los escenarios más extremos que puedan preverse, y que no estaban plenamente considerados en el proyecto original. Por eso, expreso mi reconocimiento a todas las instituciones públicas y privadas, así como a los profesionales que contribuyeron con su probada capacidad, a resolver cada una de las dificultades técnicas que se presentaron en el proceso de construcción de esta magnífica obra. Mi agradecimiento al Comité Técnico del Bicentenario, al Departamento Fiduciario de BANJERCITO, por su eficaz administración financiera y de contratos; a III Servicios, empresa constructora filial de Petróleos Mexicanos, y a su actual Director, el licenciado Ignacio López Rodríguez. A la empresa constructora GUTSA, y a las empresas como ICA o CARSO, que dieron al proyecto la asesoría y la orientación para hacer las correcciones adecuadas y necesarias, junto con los ingenieros del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, entre muchas otras instituciones. Mi amplio reconocimiento, también, al Gobierno del Distrito Federal, en especial, a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda y a la Autoridad del Espacio Público; a las Delegaciones Miguel Hidalgo y Cuauhtémoc; a la autoridad y al Consejo Rector del Bosque de Chapultepec. En particular, quiero agradecer al Secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, cuyo liderazgo permitió retomar con renovados bríos el proyecto, y su perseverancia y sensatez, logró superar los obstáculos más inimaginables, y llevar, así, el proyecto a su plena culminación. Finalmente. Reconozco a cada una de las ingenieras y los ingenieros, de los arquitectos, de los estructuristas y, especialmente, de las y de los trabajadores que dieron su mayor esfuerzo para desarrollar este proyecto de gran complejidad técnica, que será un referente, desde ahora, en esta gran ciudad. A partir de hoy, la Estela de Luz está llamada a iluminar el siglo XXI mexicano. Y más allá de las naturales controversias que este tipo de obras naturalmente suelen generar, será un ícono de nuestra Ciudad Capital. La Estela de Luz le otorgará un mayor esplendor al Paseo de la Reforma; una avenida que ha sido testigo de sucesos de la mayor importancia histórica en el México independiente. Desde aquí, se aprecia el imponente Castillo de Chapultepec, sitio donde ocurriera, como sabemos, la Gesta Heroica de los Niños Héroes de 1847, y de donde también saliera el Presidente Francisco I. Madero, el 9 de febrero de 1913, acompañado por los Cadetes del Heroico Colegio Militar, en la Marcha de la Lealtad. Esta gran avenida fue recorrida por el Presidente Benito Juárez, el Benemérito de las Américas, el 15 de julio de 1867, para entrar triunfante a la capital del país, y así, restaurar la República, después de haber derrotado al imperio de Maximiliano de Habsburgo. Por aquí desfilan, gallardos y valerosos, cada 16 de septiembre, los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas. Reafirman, así, nuestra soberanía nacional y el orgullo de ser mexicano y reciben el aplauso, el respeto y la admiración del pueblo de México. En esta misma avenida está el Ángel de la Independencia, que resguarda los restos de los más importantes héroes de nuestra gesta libertaria, como los de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Ignacio Allende, Mariano Matamoros o Vicente Guerrero. Y al otro lado del Paseo de la Reforma está el Museo Nacional de Antropología, que alberga el legado de las espléndidas civilizaciones que habitaron nuestro país y donde están plasmadas, además, las sabias palabras de Jaime Torres Bodet, las cuales hoy refrendamos: Valor y confianza ante el porvenir, hayan los pueblos en la grandeza de su pasado. Con gran orgullo, hoy la Estela de Luz se une a nuestro conjunto de monumentos nacionales. Estoy seguro de que ella nos hará valorar más nuestra gloriosa historia. El sacrificio que implicó el que seamos ahora un país libre y soberano, y que al mismo tiempo, nos dará una renovada certidumbre sobre el futuro brillante y de esperanza de nuestra Nación. A partir de hoy, tenemos un monumento en el que todos los mexicanos podemos identificarnos. Un monumento que nos pertenece a todas y a todos por igual, un monumento que por esto simboliza la unidad de la Nación, por encima de nuestras diferencias y particularidades individuales o de grupo. Y yo invito, ahora, a los niños y a todos los mexicanos, a deleitarse con este patrimonio urbanístico, que es un orgullo no sólo de la ingeniería mexicana, sino de todos nosotros, quienes hemos tenido la fortuna de conformar la generación del Bicentenario. Señoras y señores: Dice el Popol Vuh, el Libro Sagrado de Los Mayas: Cuando los Dioses llegaron al lugar donde estaban depositadas las tinieblas, hablaron entre sí, manifestaron sus sentimientos y se pusieron de acuerdo sobre lo que debían hacer. Pensaron cómo harían brotar la luz, la cual recibiría alimento de eternidad. La luz se hizo, entonces, en el seno de lo increable. Que el Monumento de la Estela de Luz sea emblema de una nueva era para México; una era donde florezca con fuerza la semilla de una Nación más segura, justa y próspera que ilumine la existencia de las futuras generaciones de mexicanos. Que el patriotismo nacional irradie siempre en el corazón de todos, y que esa luz radiante sea, también, símbolo de la que refleja la Estela que hoy inauguramos. Y que al contemplar este monumento y los monumentos históricos que lo rodean, las mexicanas y los mexicanos sintamos orgullo de nuestro país y de su historia, y confiemos, siempre confiemos, en ser los únicos dueños de nuestro destino. Muchas gracias.
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